miércoles, 2 de marzo de 2011

Película recomendada: La ley del silencio (1954)

La manzana que pudre el cesto
 
Desde pequeños todos hemos sabido lo que implicaba ser un chivato. Si veías a un compañero haciendo algo malo en el colegio, aunque fueses un chico o chica ejemplar, sabías que era preferible hacer la vista gorda y no decir nada al profesor, por ejemplo. Incluso si te acusaban erróneamente a ti, aún sabiendo que eras inocente, era preferible cargar con la culpa y cumplir con el castigo que chivarte del verdadero autor del asunto. Esto, obviamente, son cosas de críos que, normalmente, no suelen tener ninguna consecuencia de peso. El problema es: ¿qué sucede cuando crecemos y nos encontramos ante una situación similar?
 

Cuando somos niños quizás no tenemos ese sentido de culpa o remordimiento que tenemos cuando somos adultos. Se supone que cuando crecemos somos lo suficientemente inteligentes como para distinguir el bien del mal, lo correcto de lo incorrecto. ¿Por qué entonces actuamos a veces como niños de 7 años y aludimos los consejos de esa vocecita interior llamada conciencia? Irónicamente es Elia Kazan (digo irónicamente, porque todos conocemos el turbio pasado del director de origen griego) quien nos cuenta una de estas historias, una historia de las que, aunque parezca mentira, seguimos aguantando día a día, una historia de gente honrada que no puede hacer otra cosa que agachar la cabeza y resignarse a acatar las órdenes de un superior por miedo al rechazo, al daño o incluso a la muerte.

Porque esta vida, o mejor dicho, esta sociedad es como un gran cesto de manzanas en la cual basta que una esté podrida para que eche a perder a todas las demás. Esa manzana podrida es como un parásito que debemos extirpar inmediatamente antes de que contamine a las otras. Quizás hay veces en que uno debe arriesgarse y sacar la manzana podrida del cesto, por muy mal que huela, por muy mal aspecto que tenga o por muchos gusanos que pueda tener, si lo hacemos quizás podamos salvar el resto de la cesta.

Hablando un poco de la película nos encontramos ante un film espectacular. Un guión extraordinario y exquisito, un reparto espectacular, una tremenda fotografía y una maravillosa dirección, además de un mensaje tan sencillo como bien construido. Es realmente destacable el tema del reparto. Pocas veces podemos encontrar un elenco de actores en una película en la que todos y cada uno cumplen de manera sobresaliente, empezando por un colosal Marlon Brando y acabando por un plantel de secundarios espectacular con Karl Malden, Eva Marie Saint o Lee J. Cobb entre otros.

En resumidas cuentas, una película que no deben dejar pasar. Una colosal obra maestra del séptimo arte que todos deberían ver al menos una vez, yo desde luego recomiendo la visualización de esta extraordinaria cinta. Si aman el buen cine quedarán satisfechos.

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