domingo, 9 de enero de 2011

Película recomendada: El padrino

Hoy no voy a poner una critica mía, sí, voy a romper una norma que tenemos, voy a poner algo escrito por una tercera persona sobre la película el padrino (probablemente una de las mejores películas de la historia del cine). Esta película se merece algo tan grande como lo que escribió un usuario de filmaffinity apodado Lupo, yo no lo conozco de nada, pero quiero agradecer sus lineas y su amor por el cine, que aquí en este blog también compartimos.

Aquí os dejo con su critica de el padrino.

J


Cuando mis padres enfermaron inesperadamente y sin remedio, les llevaba películas con que atenuar la angustiosa inminencia del fin.
Ambos eran cinéfilos. De jóvenes iban a cineclubs, leían revistas extranjeras, tenían libros en francés (la lengua intelectual entonces) sobre el cine de vanguardia. De modo habitual, veían películas y las comentaban entre sí, una y otra vez.

Dadas las circunstancias, mi padre prefería ahora comedias ligeras, con golpes humorísticos. Woody Allen era lo indicado. Y el aceptable entretenimiento que hay en “Una terapia peligrosa”, “Atrapado en el tiempo”, y películas así.

Cuando mi padre ya no estaba, a mi madre le importaba menos el género que la calidad. Al empezar la cinta, se incorporaba y se ponía las gafas. Al terminar, comentaba con entusiasmo algún detalle.
Vimos películas de puro disfrute, del estilo de “Barry Lyndon” o “La edad de la inocencia”…

Pero llegó el día en que ya no sabía yo qué películas llevar. Recorrí tiendas y videotecas. En Internet consulté docenas de páginas, hasta encontrar una muy completa. Incluía fichas, comentarios, herramientas de búsqueda… Una enciclopedia cinéfila viva, donde iba identificando los films oportunos. Pasaron días y semanas mientras revisábamos Hawks, raras de Hitchcock, y “La escapada”, y sueltas de Truffaut, Chabrol, N. Ray…

Ya se estaba apagando mi madre, y me pidió ver “El Padrino” una vez más. Las tres. A lo largo de su vida había visto miles de películas, y ahora deseaba ver “El Padrino”.
Es la mejor, me dijo. En ella está todo. Es Shakespeare hoy. Las pasiones de los personajes son las de la humanidad… los grupos humanos, las familias, luchando por la vida… Y el ritmo es el de las generaciones… Los actores nunca estuvieron mejor en su carrera… El director, parece mentira con qué arte aprovecha la novela, que es pobretona…
Entre miles de películas, mi madre la escogió para que fuese la última, la que se llevase de este mundo en la retina.

Después, mis padres no estaban. La cinefilia ya no era cosa de ellos, ni de mi compadre Juan Carlos (que en alguna región del cosmos estará viendo por enésima vez “Casablanca” y comentando que el flic Rains ha estado mejor que otros días, o lo bien que esa tarde ha aplastado a la mosca el gordo del fez), ni tampoco de los colegas que organizaban maratones de fin de semana para ver, en pisos universitarios, entre humaredas, ciclos de cine negro, o sueco, o lo que se terciara con tal de devorar películas, y luego parlotear sobre ellas hasta gastar la faringe.
La cinefilia, hasta entonces cosa de otros, pasó a ser también cosa mía.

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