miércoles, 20 de abril de 2011

Película recomendada: Ordet (La palabra) (1955)

Me gustaría aclarar que la crítica que hoy les presentamos fue escrita hace un par de días, por lo cual el primer párrafo de esta crítica no tenga ahora demasiado sentido, pues hablo de la película justo después de haberla terminado. Dicho esto, espero que disfruten de la crítica y se animen a ver esta extraordinaria cinta.

He terminado la película hace ya bastante rato y he tenido que quedarme reflexionando más de 15 minutos en silencio... Creo que mi pequeño cerebro no ha podido asimilar correctamente todo lo que Dreyer nos quiere mostrar con esta película... Aún estoy en una especie de estado de shock y creo que estaré en este estado durante algunos días más.

Le comentaba a un colega que cuando he terminado de ver "Ordet" he tenido una sensación parecida a la que experimenté cuando vi "El séptimo sello", de Bergman: no sé si he visto la mayor bazofia de la historia del cine o una de las obras maestras más grandes que se han hecho... Cuesta creerlo, lo sé, pero si una película es capaz de provocarte dos opiniones tan contrapuestas es porque probablemente estemos ante algo desmesuradamente grande, y ahora más en frío así lo creo.

Dreyer nos habla de religión, de creencias, de la familia, del amor a Dios, pero ante todo nos habla de fe. No soy creyente, me considero ateo (o quizás agnóstico), pero eso no quiere decir que no tenga fe. La palabra "fe" generalmente se asocia a religión, se asocia a Dios, pero yo voy más allá: para mi tener fe es tener esperanza, tener sueños sobre algo que puede cumplirse (aunque estemos ante una quimera) y en eso no tiene por qué intervenir necesariamente una divinidad. Yo tengo mucha fe, fe en que Woody Allen llegue a los 150 años y siga haciendo películas, fe en que algún día vuelva la República a este país, fe en que los Iron Maiden recuperen su estilo ochentero... Puede que esta fe no tenga nada que ver con la que se nos presenta en esta película, ¿o quizás sí? Si analizamos detenidamente la obra de Dreyer (cosa bastante complicada) podemos ver que tras un velo religioso se encuentra una visión filosófica y realista sobre los anhelos, las penas, el perdón, el amor...

Vuelvo a repetir que no soy creyente, no creo en la existencia de una divinidad superior, pero sí que creo
en el cine, y eso señores es cine. Comprendo a los ateos y agnósticos que se sientan un poco decepcionados con este film, en principio yo también lo estaba, pero párense a reflexionar un instante. Piensen si tienen fe, pues si la tienen podrán llegar a comprender esta película y no la verán como un panfleto religioso. Si por el contrario han perdido la fe en algún momento de su vida, échenles un vistazo a esta película... Seguramente encontrarán una respuesta...

Y

1 comentario:

  1. Tiene una pinta cojonuda, en poco la vere yo tambien y ya la comento

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